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Ciencia Ficción (II)

By on may 16, 2016 in cosas |

Los auriculares permitían a cualquiera que estuviese a menos de diez metros a la redonda, distinguir el ritmo, la melodía y hasta la letra de aquella música infernal. Ricardito, ajeno a la mirada de su padre, se convulsionaba feliz al ritmo de la música.

–No sé cómo puedes escuchar esa basura, hijo mío– espetó Ricardo a su hijo,  sin levantar la vista del listado de tuits holográficos de la tarde.

–Déjame en paz, papá. Yo no te digo nada cuando oyes tu música de viejos– respondió el junior.

–Es que no tiene melodía, ni letra, ni nada. ¡¡Es todo lo mismo!!

En este punto, Ricardito miró a su padre y pensó “No tienes ni puta idea” pero no lo dijo porque sabía que, con su suspenso en programación, sus Apps de Ocio estaban a un clic de quedar bloqueadas hasta final de mes.

–Lo que tú digas– fue su lacónica respuesta.

–En serio: ¿Dónde están los instrumentos? ¿La percusión? ¿La melodía? Está todo ahí como mezclado.

Ricardito subió dos puntos más el volumen y confió en que su padre se aburriese pronto. Sin embargo, Ricardo padre ojeó de refilón la sección de economía y volvió a la carga.

–¿Sabes lo que era música de verdad? Lo que oíamos cuando yo era joven: Cumbia, Bachata, Reguetón… ¡El reguetón sí que era música y no la mierda esa del Cyber-Flosh que os tiene a todos medio idiotas!–

Y como si su espíritu adolescente se hubiese adueñado de él, Ricardo Senior se lanzó a tararear –A-ella-le-gus-ta-la-ga-so-li-na, Da-me-más-ga-so-li-na…

 

Ricardito negó con la cabeza y pensó para sus adentros: “¿Gasolina? Estos viejos no tienen ni puta idea de música”.